Rubén y Myriam ya se conocían gracias a las cosas del internete, mucho antes de que a los guionistas de ocho apellidos vascos tuviesen la brillante idea de juntar a un vasco y a una andaluza para crear todo un fenómeno que transcendió la gran pantalla. Pero como ya se dijo en la boda que tuvo lugar entre las hermosas tierras de olivos de Jaén. Ni Rubén es el típico vasco ni Myriam la típica andaluza, y su historia corre por caminos bien diferentes al de la película. Rubén, nuestro Rubén, he de decir lo primero que es de mi kuadrilla. Ese fenómeno tan típico vasco, que convierte la amistad en algo parecido a la familia, vamos que una kuadrilla es única y para siempre. Hemos crecido todos juntos entre los partidos a fútbol y a pala, y las juergas del sábado por la parte vieja de Donosti. Así que anécdotas tenemos a mil.
A Myriam apenas la conocía hasta hace bien poquito, alguna escapada al norte que hacia y en la que coincidíamos y poco más. Pero siempre me llegaban buenos informes sobre ella. Oye que chica más maja y simpática se ha echado Rubén, era lo que más me llegaba a mis oídos. Además de todos esto, he de decir que Myriam es una persona inquieta y aventurera y a sido la que ha sacado a Rubén de su zona de confort y lo ha embarcado a viajes y peripecias por medio mundo. Quien nos lo iba a decir! cuando antes lo más lejos que iba era al pueblo de sus padres! jaja! Rubén y Myriam ahora viven en Madrid, a medio camino entre sus dos tierras, en un ni pa ti ni pa mi.
La boda se celebro en la preciosa ciudad de Úbeda patrimonio cultural de la humanidad. Siempre es un placer trabajar en sitios donde uno nunca a estado, esta vez fue en Jaén y disfrutamos de lo lindo de su rica gastronomía y del calor que nos brindaron sus gentes.
Zorionak Rubén eta Myriam!