Hay bodas que se quedan grabadas en la retina, y esta fue sin duda una de ellas. Son bodas en lo que todo parece que confluye y donde intuyes que al final te quedara una bonita historia narrada con tu camara.
El día de la boda comenzó entre curvas y zigzagueos por una recóndita carretera de montaña, hasta llegar a casa de la novia, cerca de los lindes con Navarra. Donde me esperaban ella, su madre y sus cinco perros adoptados, cada uno con su personalidad y sus características. Así que todo resulto ser una bonita y entretenida sesion de preparativos. La mañana salio radiante, de esos días raros en los que en el cielo azul no se ve ni la mas mínima señal de nubes. Un cielo azul en su plenitud de verano, rara avis en nuestro querido País Vasco.
Despues de las fotos de los preparativos, me traslade a otra montaña, esta vez en el litoral, pegado a Donostia-San Sebastian. Las suaves faltas del monte igeldo, donde se encuentra escondida la fantástica finca itxasbide con sus espectaculares vistas al mar cantábrico. Es un sitio que ya nos ha tocado ir mas de una vez y que nunca nos defrauda. aqui podeis ver otro ejemplo de reportaje que hicimos.
En Itxas bide pronto aparecieron los invitados, y uno de nuestros protagonistas principales del día con los nervios bien templados antes de la ceremonia, el novio. Todos bajaron hasta el borde de la finca, donde se suelen celebrar las ceremonias en el exterior, enfrente de una gran mesa maciza de piedra. El fondo, el azul y verde radiantes de un cielo y una tierra en todo su apogeo de intensidad en el cenit del día.
Apareció la novia he hizo el camino hasta los invitados en un mar verde de césped, el instante se hizo eterno, dada la amplitud de la finca, fue apareciendo de lejos y de apoco se fue haciendo mas grande, mas cercana, mas guapa… Los invitados y el novio vibraron de entusiasmo.
La ceremonia transcurrió, entre ritos de unión, palabras conmovedoras de amigos y mas de una lágrima. Despues vendría el coctel, de manos del catering bokado amenizado por los espectáculos circenses y los sombreros para protegerse del sol. Aproveche el momento para irme con los novios a una cala cercana, a sacar unas pocas fotos de pareja. El mar y el silencio se hicieron de nuevo y pudimos disfrutar en esos instantes de un rato de calma.. Calma que ya no iba a ver hasta bien entrado el día, ya que los invitados con sus juegos y sus ganas de pasárselo bien, no dejaron ni un minuto de descanso a unos novios que tampoco se quedaron atrás en eso de poner ambiente y buen rollo.. Poco a poco y sin casi darnos cuenta como suele ocurrir en las bodas, fueron pasando las horas y el sol que tan arriba estuvo ese día, bajo y nos dio paso al crepúsculo, esa hora mágica en que el día da paso a la noche y nos deja sus más bellas luces antes de sumergirse en la quietud de la noche.. Con esos ultimos atisbos de luz, el juego, las charlas entre amigos y familiares, la contemplacion de un dia que para muchos sera irrepetible.