A veces ocurre, en este, nuestro oficio de fotografos, que uno tiene la oportunidad de trabajar en lugares privilegiados y con fantásticas vistas.
Esta era la mesa que me tenían preparada para cenar en el restaurante el Mirador de Ulia de San Sebastian. Mientras, los invitados dentro se disponían a degustar su maravillosa cena con la temperatura regulada por aire acondicionado. Yo cenaría en la terraza exterior, solo, con un dulce aire cálido de noche de verano, que en un principio parecía anunciar una inminente tormenta, pero que al final no se materializo. Abajo, los murmullos de los conciertos de las fiestas de Gros y del Puerto. Abajo las luces de la ciudad, las ondulaciones marinas de la Zurriola, abajo los reflejos en la bahía y los iconicos kursaal y el castillo de Igeldo ya encendidos. El cielo, iba adquiriendo todos los matices y colores que dan paso del día a la noche. Una cena en el Crepúsculo de una gran ciudad.
No crezcas nunca Donosti! Te quiero así, pequeña y bella.
Aitzol